lunes, 29 de diciembre de 2008

Invitados

Y quién coño los invitó?

Seres que vienen del lugar más recóndito del mundo para llegar hasta tu casa. ¿Pero por qué? Seguramente encontrarán que es divertido venir a tu casa e incomodarte. Y es que quién no ha tenido una visita molestosa, que se valla a la mierda porque es un mentiroso o bien, un apartado social que no tiene familiares ni amigos, ¿no? Volviendo al tema de las visitas y su función, –Que empieza desde que llegan y pisan suelo- quejarse del viaje. ¿Entonces para que vienen? No, eso no tiene nombre. Todo va marchando aparentemente bien, hasta que empiezan con esos pequeños detalles que nos molestan tanto. Que usan tu cepillo de pelo, tu ropa, todo. Hasta uno tiene que cederles la cama. ¿Por qué será que algunas casas tienen “Cuarto de visita”? Porque nadie tiene tanta paciencia para soportarlos. Pero ellos no se conforman con eso, no. Ellos piden más. Que, amablemente, les sirves el desayuno y ellos dicen “En mi casa no se hace así. No lo quiero.” – Y yo no te quiero a ti aquí, por fin estamos de acuerdo en algo, piensa uno- Pero claro, si es lo más normal del mundo. Después, justo esa semana, como nunca antes te invitan a un carrete espectacular y salidas a todas partes; tu vas todo emocionado y le dices a tu mamá: ¿puedo salir? -No, hay visitas. Te quedas con ellos.- ¿Y cuál es la entretención de las visitas? Jugar los juegos de mesa, ésos que están guardados en lo más atrás del closet porque son los más fomes que hay, de hecho, están con el plástico porque nunca los has jugado y sálta la visita, apuntando: Ése te lo he regalado yo! Finalmente hay que agradecerles, porque ésas personas son las que te hacen las críticas constructivas, como “La pintura de tu casa se está cayendo, todavía no sacas los adornos de navidad”; son los que, cuando te avisan que van a llegar, te hacen limpiar toda, pero absolutamente toda tu casa, hasta te hacen aspirar debajo de la cama y dices: “Bah, no me acordaba de que tenía este par de zapatillas”; son los que hacen tiritar tu refrigerador cuando llegan. ¿Pero por qué hay que agradecerles por eso? Porque te hacen bajar de peso, ellos se comen las porquerías que tú compras. Por eso y muchas otras cosas más, los quiero, los quiero pero a 350 kilómetros de mi casa.

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